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Obediencia a la autoridad. El experimento Milgram

 

Obediencia a la autoridad. El experimento Milgram.

 

 Milgram, Stanley, Capitán Swing, 2016.

  

En la década de 1960, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi, el psicólogo Stanley Milgram llevo a cabo una serie de experimentos que cambiaron para siempre nuestra percepción de la moral. Muy controvertidos en su momento, pero ahora fuertemente reivindicados por la comunidad científica, estos experimentos trataban de determinar si Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto solo estaban siguiendo órdenes, y hasta qué punto la gente obedece mandatos sin importar sus consecuencias. Obediencia a la autoridad ayuda a explicar cómo la gente común puede cometer el más horrible de los crímenes, ausentándose su sentido de la responsabilidad, si se encuentra bajo la influencia de una fuerte autoridad.

  

Milgram resumiría su investigación de esta manera: «Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo se comporta la mayoría de la gente en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los imperativos morales de los sujetos».

  

“El libro de Milgram escandalizó porque desafiaba las arraigadas creencias sobre el modo en que se expresa la “naturaleza humana” en las rutinas de la Vida cotidiana. ¿Como era posible que gente común --«estadounidenses corrientes a la sazón, ciudadanos de a pie de la tranquila New Haven— infligiera un dolor supuestamenteinsoportable a otro ser humano por el simple hecho de que un profesor de Yale así se lo hubiera indicado? Sin lugar a duda, estaban allí para ayudar al profesor a llevar a cabo experimentos de laboratorio que giraban entorno a la idea de si el castigo afectaba la forma en que las personas aprendían listas de palabras. Pero ¿qué llevaba a aquellos participantes normales y corrientes a obedecer órdenes de  tan buena gana que incluso llegaron a desestimar el ofrecimiento del profesor de poner fin a los alarmantes procedimientos?”

Jerome S. Bruner